Por qué los hijos piensan que tienes un predilecto (y qué puedes hacer)

No importa si tienes un hijo predilecto o los amas a todos por igual; solo importa lo que tus hijos piensen al respecto, según un nuevo estudio de psicología familiar.

 

Hijo predilecto

Claro, amamos a todos nuestros hijos por igual y procuramos que nuestro trato sea justo, pero eso parece ser irrelevante. Aunque seamos las madres más equitativas del mundo, lo único que importa es la percepción que tengan nuestros hijos. Es decir, si ellos creen que tenemos un hijo predilecto, esa impresión puede marcar sus vidas para siempre. Y para peores, ¡los niños pueden desarrollar estas percepciones hasta de forma subconsciente!

Uff… sí, los amamos por igual, pero igual quedamos mal.

Lo que pasa es que todos, grandes y pequeños, basamos nuestro autoconcepto en la comparación que hacemos con otras personas, según el estudio publicado en la Revista Académica de Psicología Familiar. En la familia los niños tienen el punto de comparación justo al lado, y también su competencia por tu atención. A eso súmale las diferencias en sus personalidades, sus distintas necesidades, la edad, y esos pequeños detalles que pasan desapercibidos pero les afectan de una u otra forma.

El estudio analizó las relaciones de casi 600 adolescentes (parejas de hermanos) con sus padres y madres, y sus percepciones sobre favoritismo en la familia. Los investigadores también tomaron en cuenta perspectivas externas para comparar la percepción y la realidad. Según los resultados, a mayor percepción de ser “el hijo menospreciado”, mayor el uso de drogas, alcohol y actividades delictivas. Otro hallazgo interesante: el trato de las madres tiene mayor impacto que el de los padres en la percepción de favoritismo, y por tanto, también en sus comportamientos negativos. Otro “Uff…”.

Entonces, ¿qué hacemos?

La respuesta obvia a esta pregunta es amarlos por igual y tratarlos con justicia, pero eso –evidentemente– no basta. Mi solución por ahora ha sido hablarles sobre el por qué de las diferencias en el trato y agregarle un poco de humor.

Empecemos por la definición de “trato justo”. En este caso, les explico a mis hijos que justicia en la familia no significa a todos por igual, sino brindarles lo mejor que podemos de acuerdo a nuestras posibilidades y a sus necesidades.

Por ejemplo, si Mariana (10 años) se queja de que peino a Ana Sofía (5 años) pero a ella no, le explico que la pequeña tiene el cabello largo, rizado, con frecuencia muy enredado y aún no sabe hacer los estilos que le gustan. En cambio, ella tiene el cabello corto y lacio, que sus peinados son más sencillos y ella tiene la capacidad de hacerlo sola. Además, cuando ella tenía cinco años también la peinaba a ella.

Si Daniel se gana su postre después de comer los vegetales, a Mariana le explico que ella se lo ganará cuando termine el pollo, porque él no come vegetales y a ella no le gustan mucho las carnes.

¿Funciona? A veces sí, y a veces no, pero sigo tratando. Y cuando alguno se queja de que otro es mi favorito y las explicaciones no valen, acudo al humor. Les digo “no te preocupés, los amo a todos siempre igual, pero mis favoritos cambian a cada rato según cómo se porten”. Sarcasmo, obvio, pero al menos ahí termina la discusión.

¿Se quejan tus hijos de favoritismo?

Foto ©freedigitalphotos.net/imagerymajestic

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